En cierto caserío de la selva ucayalina, vivía el Profesor
Edrulfo, en una casita de paja, pintado de color azul, que lo habitantes de
dicho lugar había construido para él, ya que allí se había nombrado
recientemente.
Un sábado decidió ir a visitar a uno de sus estudiantes
que no había asistido a clases. Para
verificar in situ la situación que estaba pasando; para ello tenía que caminar
5 kilómetro selva adentro; calculando
llegar en una hora y meda, inició su caminata a las tres de la tarde. Se adentró
por la selva por el sinuoso camino que felizmente habían librado hace poco los
habitantes del lugar, para evitar que algún animal como las culebras causen
problemas y muertes con sus mordidas venenosas. Le acompañaban el canto de los
pajaritos, insectos y otros que deambulaban por el lugar. Caminaba rápidamente,
para no hacerse de noche, escuchando los suy suy, perdices, pucacunga y otros
animales que vivían por el lugar; entre ellos escuchó el silbido del tunchi.
- fin fin, finfinfin - silbaba.
-¡Caramba! ¡ Este pajarito cree que me asustar, pero está
muy equivocado-pensó- siguió caminando muy de prisa sin prestarle atención.
- fin fin, finfinfin – volvió a escuchar el silbido; pero,
esta vez más cerca.
- fin fin, finfinfin – siguió el silbido; pero, esta vez
detrás de él.
El docente agarró una rama
mediana de un árbol que se encontraba en
el piso y caminó muy de prisa batiéndolo en el aire. ¡Con esto dejará de
molestarme –dijo para sí mismo. (Creencia que cuando bates una rama d árbol el
tunchi no se teacerca)
- fin fin, finfinfin – siguió el silbido; pero, esta vez, a
su costado izquierdo.
Empezó a sentir escalofríos y su
cuerpo se esponjó, cuando de reojo vio a un ser fantasmal a unos cinco metros
de él, caminando como a medio metro del suelo; no se le veía el rostro. ¡No lo
podía creer!, él nunca habría creído en esos seres y hoy lo tenía casi al
frente de él. Siguió caminando sin parar, casi corriendo. El ser avanzó unos 50 metros y se detuvo al
costado del camino como esperándole, el miedo quería paralizar sus miembros
pero haciendo un supremo esfuerzo, continuó su camino, riñéndole con voz muy
fuerte, no demostrando el miedo que
llevaba dentro. Poco a poco el ser se fue quedando atrás hasta que despareció de su vista. Ya empezaba
a oscurecer, vio su reloj, eran las 5:30 de la tarde, a lo lejos divisó la
casita del estudiante y su corazón se alegró muchísimo. Llegó a ella y la mamá
lo recibió con alegría, les contó el motivo de su visita y ella le dijo que su
hijo estaba enfermo, por eso, no había asistido al colegio. El docente receloso
les conto lo sucedido en el camino temiendo que no le creyeran, muy por el
contrario le dijeron que era un Señor que había muerto de pulmonía, al cual el día
anterior por ese mismo camino habían ido a enterrar.
La familia acompañó de regreso al profesor quien
estaba asombrado de lo sucedido,
pensando que todo era un sueño, pero, debía respetar las creencias de
los pobladores de ese lugar.Autor: Clotilde Natividad Sánchez Ríos.
Resolver el siguiente cuestionario interactivo: https://docs.google.com/forms/d/1u1_HrEfWbHRVwm6SoxsW5hFdUZppyy-T2SsdayIeA0M/viewform
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